Andalucía alberga un pequeño pueblo del que rara vez se escucha hablar en el mundo de la moda: Ubrique.
Ubicado en el medio de las montañas, a pocos kilómetros de Cádiz, esconde la producción de productos de cuero de las mayores marcas de lujo, pero también de creadores independientes. Y aunque la aldea respeta la privacidad de sus clientes tanto como sea posible, todos saben, a medias, que Chanel, Dior, Givenchy, Cartier, Loewe, Comme Des Garçons y Carolina Herrera fabrican parte de sus bolsos, cinturones, artículos de cuero y otros accesorios de cuero.
Actualmente, Ubrique da trabajo a 6000 empleados, de los 17.000 habitantes censados. El 25 por ciento de las empresas de marroquinería española están instaladas allí y es considerado como uno de los puntos neurálgicos de la artesanía del cuero a nivel internacional. Es también la competencia directa de Italia, el líder del sector.
Su fama mundial también podría acentuarse pronto si la Unión Europea decide otorgarle la Denominación de Origen Protegida (DOP), al igual que el Tweed británico o el cristal de Murano … Para Juan Enrique Gutiérrez, Secretario General de Empiel, la Asociación de Empresas de Moda y Accesorios de Cuero, «el consumidor pide más y más información sobre el producto para deshacerse de productos poco éticos. Con esta marca de calidad europea, el consumidor sabrá que apoya condiciones de trabajo más justas que las de otros países y también adquirirá un producto artesanal de la historia y la cultura europeas», explicó a la revista española SMODA, aunque la mayoría de los bolsos de las casas de moda siguen siendo Made in France y Made in Italy.
Una tradición que remonta a la tradición romana
Su experiencia con las pieles exóticas como el cocodrilo, el avestruz, el pitón e incluso las rayas, el salmón o los tiburones hacen que la reputación de Ubrique sea artesanal. «El costo de la mano de obra para un bolso hecho aquí es del 40 por ciento del precio final del artículo, pero las casas de lujo entienden que pagan por las habilidades y una tradición que se remonta a tiempos de los romanos «, dice Juan Enrique Gutiérrez. Por otro lado, a diferencia de los italianos que «saben cómo vender», los habitantes de Ubrique trabajan con entera discreción y muestran su renuencia a jactarse de clientes importantes, lo que no les ayuda a promocionar sus conocimientos.
O calidad o nada
Para Juan Manuel Román, especialista en grabado de cuero en Ubrique, el sector está en auge para aquellos que buscan calidad antes que cualquier otra cosa y defiende su herencia contra toda competencia, «Somos únicos en esta etapa, principalmente en el acabado y la fabricación. Somos miles de artesanos con una tradición perpetuada de padre a hijo y estos últimos tienen una formación académica muy superior a la de sus padres, con la innovación de procesos, en particular, de más de doscientos años. Nuestro futuro depende de estas empresas, si son capaces de apostar por la calidad, más que por la cantidad, y sin ser capaz de renunciar a una parte del valor añadido para el beneficio de esta calidad indiscutible. Las principales marcas han traído nuevas técnicas y nuevos materiales, y aportamos nuestro conocimiento del negocio.”
Ranchel, uno de los mayores fabricantes de Ubrique, emplea a unas 40 personas y exporta más del 70 por ciento de su producción a nivel internacional. Sus clientes incluyen marcas de lujo como Loewe desde hace muchos años, o la francesa Inés de la Fressange.
Foto: Ranchel
Ha llegado el momento de reubicar la producción de productos premium, por una parte, debido a la búsqueda de productos más exclusivos y de mejor calidad por parte de los consumidores, pero también a una mayor valoración de la artesanía.
Fuente : Fashion United /Indumentariaonline