La industria de la moda disminuyó su avance hacia la sostenibilidad en un 30% en el último año, indicó el índice Pulse de 2019. La ralentización es grave, sobre todo después de que la industria se comprometió a reducir un 30% sus emisiones de carbono antes de 2030.
Ester Xicota, directora del Hub de Moda Circular y consultora en la materia, explica que la transición hacia la sostenibilidad en la industria no se está moviendo lo suficientemente rápido para contrarrestar el impacto perjudicial de su rápido crecimiento.
“A menos que la tendencia actual del Pulse Score mejore, la moda continuará siendo un contribuyente neto al cambio climático, aumentando el riesgo de que no se logre el objetivo del Acuerdo de París”, indicó la experta.
La apremiante necesidad de una moda circular
El término moda circular, explica Xicota, se usa para describir una industria que como mínimo no daña al planeta y además es beneficiosa para el entorno. “Es modelo económico e industrial que sirve para solucionar el conflicto que creamos entre economía y el medioambiente”, añade.
La moda es una industria que rápidamente cambia hábitos en los consumidores. “Puede ser que no te guste un tipo de pantalón que sale ahora, pero si la industria de la moda se lo propone mañana estarás usándolo”, dijo Xicota a la Agencia Anadolu. Esta es apenas una muestra de la potencia de la industria y lo presente que está en la cotidianidad del consumidor.
El potencial de comunicación y de cambio social que tiene la moda junto con su gran responsabilidad en las emisiones mundiales de carbón hacen que su tránsito hacia la sostenibilidad sea indispensable.
Pero aún hay un largo camino por recorrer. El Índice de Transparencia de la Moda (Fashion Transperancy Index) publicado el 24 de abril de 2019 señala que solo el 55% de las marcas publican la huella de carbono de sus propias instalaciones y el 19,5% hace pública la información de su cadena de suministro. “Hay un océano de información sin descubrir en el mundo de la moda”, explicó Carry Somers, fundadora de Fashion Revolution, la entidad que elabora el informe.
La falta de trazabilidad y transparencia es grave, ya que es uno de los primeros fundamentos para empezar el proceso de sostenibilidad, dice Ester Xicota.
Otra dificultad que tiene la industria de la moda para volverse sostenible es la falta de desarrollo tecnológico, así como las barreras en los sistemas financieros, fiscales y legales.
“Es difícil hacer moda circular sin una economía que así lo sea”, explica Xicota. Es decir, la moda depende de diferentes sistemas para funcionar. La rapidez con la que logre hacer la transición hacia la sostenibilidad depende también de otras industrias.
“Es muy difícil que podamos encontrar insumos exclusivamente para la industria de la moda. Muchas máquinas, tintes y plásticos vienen de otras industrias. Además, los desechos intermedios o finales de la industria pueden convertirse en productos o insumos para otras industrias”, explica Xicota.
Es necesario que otros sistemas creen una demanda del ‘downcycling’, los productos reciclados provenientes de la moda.
También existe el reto de crear sistemas laborales más justos. Muchos países latinoamericanos han mejorado sus condiciones laborales haciendo que los costos de producción aumenten. Eso los deja por detrás de Bangladés, China y otros.
Ahora, en el boom de la moda sostenible, lo que puede hacer la región es adoptar una estrategia de diferenciación. Que las grandes marcas busquen a América Latina por su alta calidad, originalidad y concordancia con los principios de sostenibilidad. Esa, explica Xicota, puede ser una ventaja mucho más estable que competir en precios y empleos precarios. “La moda sostenible es para América Latina una oportunidad de insertarse en el entorno de la moda”, añade la experta.
En junio de 2018 los 40 grandes grupos de la moda firmaron un acuerdo con la ONU en el que se comprometieron a reducir a un 30% sus emisiones de carbono antes de 2030 y lograr emisión cero en toda la industria para 2050. El camino que se ha trazado la industria es claro, el reto ahora es acelerar el cambio para que estas metas efectivamente se cumplan.
Así también lo indica el índice Pulse 2019, realizado por Global Fashion Agenda (GFA), Boston Consulting Group (BCG) y Sustainable Apparel Coalition (SAC). El documento indica que, si la industria se mantiene en su trayectoria actual, la brecha entre la producción y el avance hacia la sostenibilidad continuará ampliándose. Las consecuencias perjudiciales del aumento de la producción serán aún más difíciles de superar.
Para Xicota, el grueso de la responsabilidad de acelerar el cambio debe caer sobre las empresas que se han beneficiado por décadas de un modelo de negocio nocivo para el planeta.
“Llevan más de 100 años diciendo que consumamos mucho y barato. Se dice que en este momento hay un 7% de los consumidores de moda para los cuales la sostenibilidad es un argumento de compra”, dice la experta. El otros 93% no ven la sostenibilidad como un argumento importante de compra, pero eso no quiere decir que no les importe la calidad del ambiente o la dignidad de los trabajadores. “Si queremos hacer el cambio lo suficientemente rápido las marcas deben asumir la responsabilidad”, añade Xicota.
“En ningún momento los compradores le pedimos a la industria que contaminara ríos o explotara personas. Eso lo hicieron ellos por su cuenta y deben deshacerlo ellos”, concluye Xicota.
Alcanzar las metas trazadas para las próximas décadas será vital no solo para la industria de la moda específicamente, sino también para la lucha global contra el cambio climático.