La industria química en la civilización inca, así como su agricultura y arquitectura, obedeció a siglos de experimentación tecnológica, y no debió nada en calidad a lo que produjo la civilización indoeuropea. De ahí el asombro de quienes pasaron por primera vez por el “Brasil de OPortugal” y se encontraron con pueblos tribales aislados de todo y en plena “época de la piedra picada” y, habiendo atravesado el “estuario argentum”, tenían ante sí otra visión: una civilización próspera y rica…
Cuando miro la historiografía de América del Sur, percibo dos frentes humanos y un metalenguaje imperial: a) el Imperio Inca, que lo dominaba todo hasta el estuario con varios puntos de apoyo, o muelles naturales, que los portugueses tomaron como embarcaderos de partida para el las fabulosas minas argentum del Cerro de Potisí, y el estero estaba en los mapas en el momento en que el Río de la Plata y uno de los muelles se convirtió en Buenos Ayres, capital de Argentina; b) y “… aquí desde Buenos Aires el ´Brasil de OPortugal´ tanto se habla en los muelles europeos”. Y si en a) veo un inmenso imperio con gobernanza sociopolítica entre diversidad cultural de igual tamaño, en b) veo una diversidad de tribus perdidas entre el estuario Argentum y la Serra do Mar, y personas que se cubren el cuerpo con la misma pintura que decora la alfarería, muy diferente a la gente que en a) tiene una cultura de estilos en trajes multicolores y zapatos de hierbas (ellos) y telas / fibras (ellos), y todo, pero todo, sabiamente teñido a juego, a veces con sencillez popular ahora con las joyas de las clases dominantes.
¿Y qué metalenguaje encuentro al observar una civilización completa y una tribal completamente perdida en el bosque?
Un todo que abarca América, del sur al centro pasando al norte, y otro todo que sólo tiene un hilo místico de contacto con esa otra América rica y fuerte – y el hilo es el Piabiyu, el camino místico del Pueblo Guaraní, cuya convivencia con el quechua, le permitió salvaguardar la ancestral ruta imperial Inca, que los portugueses aprovecharon para asentar la colonización luso-vaticana. El lenguaje místico permitió mantener la “fe” imperial del continente sur, pero no la civilización que pasó y atravesó el “Brasil de Portugal”, que dejó tribus perdidas y a merced de otros imperios, fuertes y en busca de riquezas. .
INCA: un imperio de colores
Una de las riquezas de la Civilización Inca fue el estilo urbano que recuerda, en la cúspide del imperio, a la riqueza romana, griega o egipcia. Y de este estilo urbano, se destacó una portentosa industria química que se alimenta del color cotidiano: el vestuario.
Una parte de los alquimistas, que allí no conocían el hierro, pero trabajaban con oro, plata y producían aleaciones metálicas, tenían la función de teñir telas y fibras. El arte de teñir fue para los incas el descubrimiento del alma que se alimenta de color y la adapta al corte de tela o fibra para un diálogo político y eclesiástico en la estructura social: por corte y por color la sociedad sabe quién es (él o ella) y su lugar en la jerarquía.
El color definió categorías sociales entre los pueblos incas y esto creó una rica industria de alquimistas que, además de formular pinturas e inventar mecanismos de teñido, eran vistos como ‘dioses’ por debajo del emperador, quien tenía derecho a colores especiales, dignos de un dios.
La ‘moda’ Inca, desde el 3.000 AC hasta el 1500 EC, tenía como materias primas Algodón, Arcilla, Oro, Plata y Lana de Llama, Vicuña y Alpaca, por lo que había mucha joyería, tejido y teñido.
En el caso del Teñido, de la arqueología reciente se sabe que los alquimistas operaban con una paleta de 11 a 13 colores formulada con resinas forestales y anclada con pigmentos naturales, además, aplicaban sangre animal en esta formulación …, también común en Civilizaciones grecorromana, asiática y africana. Era un pueblo de artes y los colores teñidos en tintorerías artesanales pasaban a todos los pueblos colonizados desde la costa andina hasta el estuario del Platine. Y, en todos estos pueblos, especialmente a lo largo del Piabiyu, se puede observar un metalenguaje que, con cada nuevo descubrimiento historiográfico, nos da otra visión de la importancia de los colores en la Civilización Inca.
Sobre João Barcellos: escritor, investigador de historia y conferencista. Autor de varios libros sobre comunicación visual e historia luso-americana.
Fuente: Multiservicios para Indumentaria Online
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